Representan uno de los problemas más frecuentes y extendidos, pues se calcula que 3 de cada 10 personas los tienen, pero no por ello hay que prestarle menos atención. Los callos en los pies suelen aparecer por el uso de un mal calzado que no deja espacio o que tiene demasiado tacón, por no llevar habitualmente calcetines que actúen como barrera de protección, porque el pie no está bien hidratado o por pisar de manera incorrecta. Patologías como los juanetes o los dedos en garra también suelen estar detrás.
Qué son los callos de los pies en podología
Los callos de los pies pueden ser durezas o helomas, que no son lo mismo aunque se suela englobar todo dentro del mismo concepto.
Las durezas aparecen en la superficie y los bordes no se distinguen, aunque puede tener un ligero color amarillento. No suelen producir molestias, lo que provoca que se olviden y no se traten como es debido.
Precisamente esta es la gran diferencia con los helomas, que sí suelen doler. En el argot se le llama hiperqueratosis localizada, y son de varios tipos según donde aparezcan, fruto del roce.
El heloma plantar o clavo aparece en la planta, mientras que el interdigital (también llamado ojo de gallo o pollo) se localiza entre los dedos. Esto último se produce por los huesos, que friccionan entre sí.
Tan doloroso como los anteriores puede ser el heloma de fondo de saco, que aparece en el trozo de piel que une un dedo con otro. Es más frecuente entre el cuarto y el quinto dedo.
Otro tipo de heloma es el dorsal, que aparece en la parte superior de los dedos. El motivo principal es el roce con el calzado en esa zona, luego el problema se ve agravado entre quienes tienen patologías como los juanetes.
Cómo tratarlos
Lo mejor es que te pongas en manos expertas para que te practiquen una quiropodia, esto es, la retirada de células muertas por deslaminación. O, de ser necesario, te hagan un estudio biomecánico de la marcha para determinar si hay zonas del pie soportando más presión de la que debieran, lo que implicaría el uso de plantillas personalizadas.
La cirugía se mantiene como última opción porque no se suele necesitar, y porque tampoco hace que el problema que desaparezca por completo. Fuera de estos métodos, no recomendamos otros productos.
Cómo prevenirlos
Las claves: un calzado adecuado que vayas variando, lavar y secar bien, hidratar con una crema especial, exfoliar con piedra pómez y hacer visitas periódicas al podólogo.
Para evitar callos en los pies y otros problemas, nos tienes a tu disposición.